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La guía del perfecto cachorro Uginak

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Con el porte altanero, el pelaje brillante y la cola levantada con orgullo, se dispone a hacer su entrada en el Mundo de los Doce. En realidad, lleva ya un tiempo paseando su trufa. Solo espera una cosa: salir de la sombra de su caseta; y tú, atarle la correa al cuello. ¡Zarpas quietas! ¿Seguro que sabes cómo ocuparte de tu Uginak?
   

Antes que nada, ten en mente que encarnar un Uginak no es una decisión que se deba tomar a la ligera, y todavía menos de forma impulsiva. ¡Piénsatelo bien antes de lanzarte! Porque sería lamentable que el pobre animal acabara abandonado en cualquier cuneta, en la carretera de Astrub o de Amakna, antes de las vacaciones de verano.
 
1.ª recomendación: mimo a mi moloso

Empecemos desterrando prejuicios: es cierto que los uginaks son molosos de colmillos acerados y músculos prominentes, y es cierto que no son de los que se ponen a dos patas ni te dan la patita. Sin embargo, también son criaturas muy adorables que saben demostrar una gran sensibilidad a poco que les prestemos algo de atención.


También, a fuerza de paciencia, de firmeza, de convicción, aunque, también, a veces, de chucherías, aceptarán no comerse crudo al primer desconocido que venga a toquetearle la trufa.
 
2.ª recomendación: estímulo a mi perrete

¿La mejor forma de evitar que un uginak haga tonterías? ¡Darle un buen hueso que roer! Ocúpalo con actividades a la altura de sus expectativas. Porque, al igual que su enemigo declarado, el zurcarák, el uginak tiene un gusto pronunciado por la diversión. Le gusta especialmente que estimulen su temperamento jugador proponiéndole pruebas y desafíos a la altura de sus expectativas.

 «Tráeme la pelotita» (del jalabolista al que le acabas de arrancar el brazo) o «dame la patita» (del pequeño tinkerbul que acabas de masacrar) son actividades que harán que tu uginak esté rebosante de alegría.


Salir de la senda trillada, superarse: al uginak lo que le gusta es llegar cada vez más lejos, hacerse cada vez más fuerte, correr cada vez más rápido. Hasta el final del límite extremo. Que, además, querrá superar. ¿Una misión fuera de alcance? ¡Eso ya lo verás! ¡La superará en lo que se tarda en abrir el hocico!

Hazle caso, el juego vale la pena. Porque ¿qué puede haber más emocionante que ver la felicidad en los ojos de tu uginak mientras devora ese pequeño miaumiau que tanto le ha costado atrapar?
 
3.ª recomendación: me encariño con mi wauwau

Como cualquier cánido que se precie, el uginak está especialmente en su salsa cuando se encuentra en una manada. Rodéalo de algunos de sus compañeros caninos y tendrás una muestra de toda la extensión de su talento.

Bradores, bermanes, aniches, braks: juntos, ¡harán muchas de las suyas! 


Olfatear una presa, perseguirla sin descanso, ensañarse con ella, zarandearla hasta el agotamiento (el suyo, claro): ji, ji, ji, ¡lo que se divierte uno entre uginaks!

Ahora bien, si un kanig o un milubo se ponen en vuestro camino, ¡mejor seguid por otro lado! De lo contrario, te arriesgas a asistir a un combate en el que una y otra tribu se disputará la supremacía canina del Mundo de los Doce. Y a un verdadero baño de sangre. Pues sí, ¡tener a un uginak ensucia!
 
4.ª recomendación: cuido a mi tesoro

Cariño, actividades divertidas y una banda de compañeros llenos de energía: a tu uginak solo le falta una cosa para que se sienta realizado de forma definitiva: una bonita caseta decorada con cuidado y con amor.
  
¡Y es sencillísimo conseguirla! Solo necesitas unos cuantos huesos de sus víctimas caídas (el uginak es un nostálgico total) y algunas pieles de zurcarák recién curtidas. 
 
¡Así que no dudes en ofrecerle a tu Uginak lo mejor!

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