Animatopía... Acuérdate... Un santuario en el que fauna y flora vivían apaciblemente gracias a Kaskarina, hasta que unos cazadores furtivos asomaron su sucio careto. Desde hace casi un año, se está produciendo en Animatopía una lucha tan discreta como implacable. ¡Y Kaskarina sigue necesitando ayuda!
Como digna hija de Osamodas que es, Kaskarina siempre ha puesto su corazón en defender la fauna y la flora del Mundo de los Doce. Hace ya un año que su isla, la exuberante Animatopía, abrió sus puertas a las criaturas más extraordinarias, aunque también, precisamente, las más frágiles y amenazadas del Krosmoz... La misma Kaskarina en persona se ha dedicado a la ardua tarea de reunir las especies más codiciadas y, por tanto, las que más están en peligro para ponerlas a salvo en ese verdadero remanso de paz. Por desgracia, aparte de ser el lugar de visita obligada de los amantes de la naturaleza, Animatopía también es el de sus peores enemigos...
Rápidamente, la bella y sus bestias tuvieron que vérselas con invitados indeseables... Cazadores furtivos y amantes de pieles o de carnes exóticas llegaron con unas intenciones muy claras a este lugar preservado. En su momento, un buen número de doceros aguerridos y sensibilizados con la causa de los animales había acudido al rescate de Kaskarina y de sus protegidos. Una ayuda muy valiosa por la que la joven osamodas (bueno, no tan joven, según dicen) siempre estará agradecida.
Hace poco, se produjo lo peor que ella se hubiera podido imaginar: Cancán, su adorable jamajam, desapareció ante sus ojos, raptado por un peletero sin escrúpulos que se la tenía jurada a su magnífico pelaje azul noche. Kaskarina mandó un ejército entero de guerreros listos para pelear y para arriesgar la vida por aquella criaturilla tan sumamente preciada (¡y no solo porque su piel se venda a precio de oro!). Fueron los tres días más largos de toda su vida. «No pegué ojo todo este tiempo. Dejé de comer, dejé de lavarme... Parecía un ghul, muerta por dentro y movida por un solo y único objetivo: el de encontrar a mi Cancán. Vivo...», confesó a la revista Patapicopelo.
Por suerte, el animal había interiorizado bien las instrucciones de seguridad y las técnicas de defensa que su dueña le había enseñado. Las había aplicado al pie de la letra, mordiendo a su agresor en los lugares más sensibles y accesibles. (Nadie dice de cuáles se trataba concretamente. Probablemente, el dedo gordo del pie, porque, desde aquel día, el canalla solo se expresa con agudos.)
Al parecer, después pasó los dos días siguientes bajo un árbol, protegiéndose del fresco de la noche enroscándose en la animatocapa de Kaskarina, robada también por su agresor.
«Una historia que, por suerte, terminó bien... Pero que nos recuerda que el peligro está por todas partes ¡y que los enemigos de nuestra bella naturaleza nunca están lo bastante lejos!», concluyó entonces la joven docera.
Sin los sabios consejos de Kaskarina y sin su animatocapa, el jamajam seguramente no habría sobrevivido. ¡Se evitó el drama de milagro! Por cierto, con motivo del primer aniversario de la zona y para hacer más llevadera la espera hasta la renovación de los packs de abono, debes saber que la animatocapa* está incluida en este pack de 15 días, ¡solo hasta el 19 de marzo! Después de esto, no volverá a estar en la tienda. Ya tienes con qué vestirte si prevés aventurarte en la isla de los mil colores... ¡O si alguien quiere despellejarte!
Además, hablando de aventura, ¿cuántos de entre vosotros habéis conocido a un minikornio asustado?
* Recordatorio: la animatocapa funciona según el mismo principio que los objetos de apariencia: presta su apariencia a otro objeto sin por ello modificar sus características.