La aniripsa Ariel Hiel se había mostrado intransigente: «¡No! ¡El señor Milster no puede viajar a Frigost en su estado!». Así que el agente había disfrutado de sus cuidados durante una semana más. La agente Scuelet se había marchado a explorar el zaap del Pueblo Sepultado. ¿Conseguiría la Oficina de los Fenómenos Bizarros y Anormales esclarecer por fin el misterio de las anomalías temporales?

Zaap del Pueblo Sepultado
Frigost
20:57 h

La noche ya se dejaba caer sobre la llanura algodonada. Una ligera brisa mecía las ramas de los abetos y de las campanillas de invierno. Un gélifux brincaba sobre la nieve en polvo. Se detuvo en seco cuando una espiral de luz empezó a girar en el centro del portal de teletransporte. La criatura, durante un segundo cautivada ante el fenómeno, terminó huyendo. Tres siluetas encapuchadas salieron del arco. Tras dar unos pasos en la nieve, una de ellas se descubrió el rostro para observar mejor a su alrededor.
—¡Uauuu! ¡Qué bonito es esto! —dijo ingenuo el agente Milster.
Con el número de copos de nieve en aumento, pusieron rumbo a una estación meteorológica. Por el camino, Retlaw Renniks explicó a sus dos compañeros que la instalación pertenecía al FBA. Se trataba de una división de investigación especializada en el análisis de las marcas en el cielo. Con el permiso de la agente responsable de la instalación, Kapa Montesdoka, la agente Scuelet ya llevaba unos días en el lugar. Se había llevado con ella todos los documentos de los casos abiertos para volver a echarles un vistazo tranquilamente, mientras vigilaba el zaap del Pueblo Sepultado. No hacía mucho, se había encontrado fijado en el portal un artículo de periódico sobre el Cuervo Negro fechado en 981. ¿Engaño o prueba verídica? Era difícil determinarlo, pero las últimas apariciones siempre habían estado precedidas por ese tipo de signos.
—Sobre todo, seamos comprensivos con la agente Scuelet —advirtió Renniks delante de la puerta—. Lleva varios días aquí encerrada trabajando, y nosotros hemos perdido mucho tiempo, así que…
La puerta se abrió de repente. Los tres agentes no movieron ni un músculo. Solo mostraron una sonrisa forzada.
—Entrad, por favor. ¡Estaréis congelados!
La voz era amable, la sonrisa, encantadora. Obedecieron sin rechistar.
—¡Os he preparado galletas con leche de kokoko!
El agente Milster no pudo contenerse.
—¡Uau! ¡¡Dime quién eres y qué le has hecho a Diana!!
Desprendidos de sus abrigos forrados, siguieron a Diana y entraron en el comedor. Una encantadora hipermaga con gafas los recibió.
—¡Se presenta la agente Montesdoka! Esta noche, el tiempo estará revuelto. Nos encontramos ante violentas borrascas de nieve y las temperaturas caerán en picado —anunció la hipermaga con toda la alegría del mundo.
*****
Habitación del agente Milster
Estación meteorológica
23:59 h
Unas voces resonaban en la cabeza de Fux.
—Es un feik, Milster, lo sabe hasta mi abuela.
—Suele pasar eso cuando te mueres. Es… el final.
—¿Insinúas que nos encontramos ante un perforatroz, Milster?
—Dices eso porque es viejo y su sombrero emplumado le da un aspecto un tanto senil.
—¡Abrázame fuerte, Fux!
—Vamos a pasar un tiempecito juntos, pequeño xelor malicioso, ¡ja, ja, ja!
—¿Solo a mí me parece absurdo?
—¡¡¡AAAAAAAH!!!
Se despertó con un sobresalto. Todavía le entraba fiebre por la noche. Se sentó en la cama y agarró a ciegas el vaso de agua que había sobre la mesilla. De repente, vio una cabeza peluda que lo observaba por la ventana, en mitad de la ventisca.
—¡¡¡Scueleeeeeet!!! —gritó sin pensar.
Inmediatamente, la sram entró en la habitación con una lámpara de aceite.
—¿Has tenido una pesadilla? Ya pasó…
De pronto, alguien gritó: «¡FUEGO!». Era Renniks. Fux saltó de la cama y se precipitó hacia el lugar de donde venía la llamada de auxilio. Tomó un largo pasillo que recorría toda la estación, y descubrió una luz cegadora procedente del despacho de la agente Scuelet. Entró en él. Una ola de calor intenso lo envolvió. Renniks intentaba sofocar las llamas con una manta, pero el fuego lo rodeaba, devorando cajas y pilas de documentos que había en las estanterías. Las páginas que el fuego consumía revoloteaban por la habitación. Era un infierno. La agente Smis apareció en el despacho con las armas listas.
—¡Guarda eso, Norahs! ¡Lo que necesitamos es agua! —gritó el director adjunto Renniks.
Smis y Milster dieron media vuelta para salir de la habitación, y gritaron al unísono: un joven uginak con el pelo al rape y envuelto en un abrigo forrado los observaba; tenía las orejas levantadas y la lengua colgando.
—Pues si apenas avanzáis teniendo pruebas…
*****
Comedor
Estación meteorológica
00:36 h
Una vez apagado el fuego, el director adjunto de la Oficina de los Fenómenos Bizarros y Anormales convocó una reunión, aunque, más bien, parecía un juicio. Todos los protagonistas estaban sentados en círculo, con el pelo alborotado y la cara un poco ennegrecida: Retlaw Renniks, Norahs Tercar Smis, Kapa Montesdoka, Diana Scuelet, Fux Milster y hasta el pequeño can moteado, que sorbía una botella de CocaCarol con una pajita de bambú.
—Compañeros… —Miró al pequeño—, invitado… —El uginak le sacó la lengua—, la situación es grave. Todas las pruebas, todas las declaraciones, todos los archivos, todas las conclusiones de nuestra investigación sobre las anomalías temporales se han quemado esta noche. Intentaremos descubrir lo que ha pasado, empezando por ti, pequeño. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres? ¡¿Es que no ves la que está cayendo fuera?!
Todos los presentes se quedaron boquiabiertos.
—Estoy muy decepcionado, Kapa —confesó Milster asintiendo.
Todas las miradas se clavaron en el lindo cachorrito.
—¿Cómo dices? —preguntó el director adjunto Renniks.
El agente Milster volvió del sótano con la agente Scuelet en brazos. Norahs Tercar apuntó con uno de sus revólveres a la Diana que se encontraba en el círculo. Esta bajó la cabeza. Empezó a reírse de manera diabólica. El pelo se le puso azul. La piel, blanca. Las piernas se le juntaron en una sola, formando algo que se parecía a una cola de pischis.
—Parece una ondina… —murmuró Renniks.
Dos cuernos rayados le salieron del cráneo. En lugar de orejas, ahora tenía dos aletas grandes y afiladas. De repente, levantó la cabeza para que todos vieran su oscura mirada. Pues sí, era la Fab'húcubo.
—¡¡¡Atrapadla!!! —gritó la agente Smis.
Un auténtico caos inundó el comedor. Todos intentaban echar el guante a la viscosa criatura. Solo el simpático y pequeño uginak permaneció en su sitio, rascándose detrás de la oreja con la pata trasera. Una ventana se rompió. El viento penetró en la sala. Los copos de nieve invadieron el comedor. La Fab'húcubo aprovechó la situación para huir de la estación. Fux y Norahs la persiguieron en mitad de la ventisca.
Ver algo y avanzar era prácticamente imposible. El viento soplaba con tanta violencia que los dos agentes cayeron de espaldas varias veces.
—¡No lo lograremos, Fux!
A unos kámetros, dos cuernos y dos aletas sobresalían de la nieve… De pronto, ¡se abalanzaron a toda prisa hacia ellos! Los agentes se hicieron a un lado para esquivarlos. La Fab'húcubo surgió de la masa nevada y tiró al agente Milster al suelo. Poniéndole una mano en la mejilla y con el rostro pegado al del xelor, pronunció sus últimas palabras:
—¡Adiós, Fuxiii!
Después, desapareció en la ventisca.

*****
Zaap del Pueblo Sepultado
Frigost
8:08 h
La agente Kapa no se había equivocado. Aquella mañana todo era de un blanco absoluto. Incluso el arco de teletransportación. Solo se distinguían seis pequeños puntos en la página en blanco. De cerca, habrían podido verse los rostros inexpresivos de los diferentes testigos de la convulsa noche anterior. Destrozados. Sin duda, porque no habían conseguido resolver el misterio de las anomalías temporales. Estaban como al principio. O casi. El agente Milster puso una mano en el hombro de la agente Scuelet. Intercambiaron una mirada de complicidad. Fux se sacó del bolsillo una larga pluma gris, algo ennegrecida y en parte consumida. Diana se sorprendió. El silencio reinaba en la llanura algodonada. Hasta que un simpático perrito decidió romperlo: —Habéis fracasado pero bien…
Fin
Episodio 1: EL CASO DE LA CARNICERA DE BRAKMAR
Episodio 2: EL CASO DEL REY MOHÍNO
Episodio 3: EL CASO DE «LA DESENTERRADA»
Episodio 4: LA FAVORITA DE SADIDA
Episodio 5: EL VENGADOR DE OTRO TIEMPO
Episodio 6: EL CAMPEÓN DE LA AURORA PÚRPURA
Episodio 7: EL RELOJERO
Episodio 8: LAS LARVAS DE RUSHU
Episodio 9: EL CUERVO NEGRO
Episodio 10: LA FAB'HÚCUBO